miércoles, 22 de abril de 2015

Mi amor… soy tu fan N° 1


Marcela estaba chocha porque su marido tenía fecha libre y se sumaba a nuestro equipo como hincha de lujo. Como nos tocaba jugar de visitantes, Fede-marido-hinchada, se ofreció a llevar a todo el team en su camioneta. Asi que después de un desayuno potente en el club partimos.

 -“¿Música?”  

-“Si, obvio” (todas al unísono) 

-“OK escuchen esto a ver si se motivan, chicas”. La frase quedó boyando en el medio de nuestros monólogos cruzados sobre posibles formaciones , y la canción pasó a un segundo plano.

-“Vamos chicas ... a cantar todas juntas”, disparó Fede mientras ponía a todo volumen el estribillo:

♫ ♫ We are the champions my friends
And we’ll keep on fighting ‘till the end
We are the champions
We are the champions
No time for losers ‘cos we are the champions of the world ♫ ♫

-“Pará, pará, pará gordito”, lo frenó Marcela -valga la redundancia- mientras apretaba el stop. “Te das cuenta que más que campeonas nos estamos jugando la permanencia en la categoría???” 

-“Qué pesimistas, chicas. Dónde está esa garra? Me extraña más de vos, mi amor, que sos la capitana…” (se notaba un orgullo en su voz cuando dijo CA-PI-TA-NA…)

-“Si tenés razón -le contesté- vamos primeras pero de abajo hacia arriba”

Silencio de radio del resto…

…menos mal que Chuchi, rápida de reflejos cambió, de inmediato de tema porque ya me veía en la autopista haciendo dedo: “¿Vieron que bien le quedó el botox a Teresita?”

Los 40 minutos restantes del viajecito se habló de tratamientos rejuvenecedores, como si fuésemos a un SPA en vez de al partido de tenis… no sea cosa que le diéramos letra a "la hinchada".

Cuando llegamos al club, Marcela bajó como loca del auto y yo la seguí: “¿Podés creer que me siento más presionada que nunca, Loly…? No se qué le pasa a mi marido, pero parece el Capitán General. Espero jugar bien con él afuera de la cancha”.

-“Afloja un poco Marce, lo hace de buena onda. Qué más querés que te venga a ver!?” 

En eso, vemos venir a Fede “bolso en mano” y al resto de las chicas al trotecito.

-¿Vas a aprovechar a correr un poco mientras jugamos mi amor?, preguntó Marcela esperando respuesta obvia.

-“Ustedes se apuraron pero nosotras hicimos una entradita en calor buenísima que nos preparó tu marido”, intervino María… chocha.

-“Y además, señoras -continuó EL- les traje barritas de cereal, agua saborizada y crema para dolores”

- “¡Marce, tu marido es un capo!”  

- “¿Capo o ‘captain’ quisiste decir?”, retrucó sarcástica mi compañerita.

-“Gorda, la verdad que es un amor, dejate de jorobar… vamos a la cancha que ya están las rivales esperándonos”, le dije agarrándola del brazo.

- “Si ya sé… pero viste cómo opina? Siento que me coachea todo el tiempo…”

Comprendí el significado de las palabras de mi amiga una vez que comenzaron los partidos. 

Las canchas de tenis estaban rodeadas por un alambrado; detrás de cada una había un banco como los de las plazas. Nos tocó la cancha central, entre el otro dobles y el single.
Fede-marido-hinchada-coach, se ubicó estratégicamente en el banco de la cancha del medio: frente a nosotras y con una visión perisférica inmejorable de los otros partidos. Es más, para que no quedaran dudas de que estaba ahí, se sentó sobre el respaldo del banco.

- “Veni Loly, vamos del otro lado así lo tenemos lejos”        

-“Ganaron el sorteo chicas, ¿Qué eligen?”

-“Jugar todo el partido de este lado… Sorry chicas, quise decir ‘lado’ ”,  corrigió Marcela.

Como les decía, una vez que empezó el partido, comprendí a mi amiga. En el primer game, una de las contrarias tiró una pelota corta, Marce amagó a correrla, gritó “mía!” llegó y la dejó en la red; miré hacia “la hinchada” y lo ví agarrándose la cabeza. 

Dimos vuelta 0-1: estoy por recibir el saque y en el momento en que mi rival lanza la pelota, Fede me dice por lo bajo “ojo la devolución”… sí, adivinaron: fue a la red.

Si las contrarias subían a la red… “arriba!, arriba!, jugala alta!”; si la pelota venía con efecto… “se queda…se queda!!!” y ni que hablar si nuestro primer saque era malo!: “Tirala más alta; fijate la terminación”

En fín, hubo indicaciones de todo tipo y cuando cambiábamos de lado y lo teníamos enfrente, se venía la pantomima (para que las contrarias no escuchen). 

Me volvió tan loca la situación, que en vez de concentrarme en el partido, me preocupé por agudizar mis oídos y mis ojos para escuchar y/o mirar lo que Fede-marido-hinchada-coach decía o hacía antes, durante o después de cada punto. 

Pero, ¿Qué podía decirle si evidentemente lo hacía con la mejor intención? Y mucho menos a Marcela, que ya bastante presionada se sentía…

Terminamos los tres partidos casi al mismo tiempo. Las chicas ganaron y nosotras perdimos, pero con ese resultado zafamos del descenso!

Chuchi, María y Cata se acercaron corriendo hasta nosotros  (sí, leyeron bien, nosotros: Marcela, yo… y Federico, que fue el primero en entrar a la cancha a festejar) y nos abrazamos todas con Fede-marido-hinchada-coach en el medio. 

-“¿Vieron chicas? ¡Les traje suerte!” 

-“¡Sí! De ahora en más nos vas a tener que acompañar, eh?” 

“Mi amor jugaste muy bien. Loly, tenés que acompañar un poquito más. Te distraés demasiado; Marce no se puede cargar todo el partido al hombro entendes?”. La verdad es que me quedé sin palabras, aunque estaba tan contenta porque habíamos ganado la fecha que choque los cinco con él y los dos nos quedamos contentos.

Como frutilla de torta, el tercer tiempo tuvo un invitado de lujo.  Adan entre 10 mujeres. 

¿Adivinen qué cantamos a lo locas al regreso? 

Loly, una tenista desesperada ©

https://youtu.be/ldRtpSWvnOs





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