“Loly, sorry pero no me puedo levantar de la cama”. Así de directas fueron las palabras de Marcela cuando atendí el celu a las 6 de la tarde del martes 30 de junio (a 15 horas del comienzo del torneo “Pétalos de Rosas”).
“Gorda te mando a Antonia mi masajista, no me podés hacer esto!! ¿Qué digo en la redacción si no juego el torneo? Le grité de-ses-pe-ra-da.
“Buscate otra compañera”
“¡¡¡Pero si vos sabes que soy singlista y que solo juego dobles con vos!!!”
“Bueno Dolores, yo te dije que no era momento para empezar spinning, pero vos te volviste loca con los músculos del profesor del gym y todo lo que te floripeó tu nueva silueta –y sabés a qué me refiero-. Y a mi ni me escuchaste cuando te decía que empezáramos el jueves, no la mañana anterior al torneo”
“Ay, Marce pero por qué no me convenciste…¿?”
“¿Y qué querés que te diga Loly?… Cuando a vos se te pone algo en la cabeza no te lo saca nadie… Lo, decime la verdad: ¿A vos no te duele todo?
“Nooooo estoy re-bien (le mentí, ya había pasado por los masajes de Antonia, por una hora de jacuzzi y tenía las piernas untadas con salicrem), pero bueno, no te preocupes ya me voy a arreglar. Cuidate”, y corté.
Qué quieren que les diga… En mis últimos partidos, cada vez que felicitaba a la rival de turno (que me ganaba) por su juego y estado físico me contestaba: “Y… hago spinning”. Una de las chicas me dijo el lunes pasado: “Loly, yo no tengo mucho tenis, pero gano con mi estado físico”.
Eso es lo que me decidió. Si ellas pueden, ¿Por qué no yo? ¿Entienden? Y me re-entusiasmé y la re-entusiasmé a Marcela, (aunque ahora dice otra cosa). Esa es la historia.
¿Cómo me iba a imaginar que íbamos a quedar duras? La próxima, vez le tengo que avisar a Paul (el profe del gym) que al día siguiente juego al tenis.
No pude jugar, es cierto. Pero no me perdí el torneo. Lo pasé como una diosa en EL CLÚ. Llegué tipo 12, ¡Justo cuando Del Potro salía de sus masajes y se iba a entrenar! Como ya no tenía que dar presente, lo seguí hasta la cancha para verlo cerquita y no perderme nada.
¿Se dan cuenta qué nivel el torneo? Clínica del Nº 1 de la Argentina para las chicas! No lo podía creer. Mientras Delpo caminaba, yo lo seguía lentamente porque me dolía hasta el huesito dulce. Se dio vuelta un par de veces, le sonreí y le dije “Soy Loly” Ni me contestó. ¿Habrá pensado que soy una amiga de su madre?
Disfruté solita de esta clase de tenis un buen rato hasta que empezaron a llegar co-mo-lo-cas las tenistas. Claro, a medida que iban terminando su partidito, se acercaban. Todas se querían sacar una foto y que se viera a Juan Martín (sorry pero a mi llamarlo Delpo no me gusta. Además, les cuento que escuché que lo llaman Martín a secas). ¡Parecían adolescentes! Nunca vi tantas mujeres posar en posiciones tan incómodas para que se vea a lo lejos la figura de otro -Del Potro. Eso es lo bueno que tienen las cámaras digitales: acercas la foto y se soluciona todo. Yo creo que se va a ver el ojo o el flequillo de las chicas y el cuerpo entero de Juan Martín.
¿Y Pato, la directora de FTENIS? Ella, que se cuida tanto, combina color de pestañas (violetas) con uñas (violetas) y labios (violeta o rosa), no sale sin perfume, tan fifí la doctora… en el momento en que Juan Martín salio de la cancha, fue la primera en acosarlo. ¡Salió en todas las fotos! Si, y si no me creen, las que la vieron lo pueden decir. Me refiero a todas las que gritaban poseídas “¡¡¡Delpo, somos las raqueteras!!!” y se hacían firmar las viseras, raqueteros, pelotitas, ¡El brazo!.. Menos mal que la llamaron… así algunas chicas por lo menos zafaron de llevarse el recuerdo de Pato en su foto con Juan Martín.
Ahí estaba yo, observando como una lady, lo que sucedía cuando escuché a Mari, la asistente de Pato (otra poseída por la situación), preguntarle a Juan Martín: “¿La conoces a Dolores Pánico?”.
Entré en pánico. “¿Quién?”, respondió el grandote (aclaro que con una sonrisa). ¿Cómo decirle “soy yo, Loly…una tenista desperada; soy tu fan Nº 1”? (después de Fernando Verdasco. Algún día les voy a contar por qué). No tuve tiempo. Sin más, se fue como pudo, ayudado por Franco (si, Franco Davin, yo lo llamo Franco) y su grupete.
Se fue Juan Martin y, obvio, desaparecieron todas.
Pero yo, Loly, no. Lo seguí nuevamente… y lentamente… ¡Cómo duelen los músculos después del spinning!
“¿Cómo? ¿No se bajaron del torneo porque se sentían mal?” me preguntó el dulce de Mariano. “Es verdad Maruti, no puedo ni caminar, fijate”, le contesté.
“Loly, ya la conoces a mi vieja. Si no viniste a jugar, vas a tener que darle una buena excusa para justificar que estás acá”, me dijo en voz baja.
“Bueno, Maruti, si Pato me ve le digo que le vine a pedir a Juan Martín que firme los trofeos del torneo, y listo” le contesté canchereando.
“Dale, diosa. Me encanta. Esperame acá que te los alcanzo”
Volvió corriendo como se fue y me dio los 12 trofeos y un marcador negro.
“Buscalo en la confitería que está con Alejandro”. Me dio un besito y se fue.
Chicas, si hasta ese momento estaba entumecida por el spinning, después de esa sutil indicación, hasta las siliconas nuevas se paralizaron.
Respiré hondo. Encontré al grandote. “Yo soy Dolores Pánico. Tenista desesperada. Tu fan (no le aclaré que está segundo en la lista después de Verdasco). Escribo para FTENIS. Y puedo ser tu madre. ¿Me firmarías estos 12 trofeos por-favor?” “Si, dale… ¿Trajiste marcador? ¿De verdad jugas al tenis?”
Me quedé sin palabras. Lo que es peor, ¡Ni me acordé de pedirle que firme para mi aunque sea una servilleta!
Pero cumplí con el pedido de Mariano, y las chicas que ganaron se fueron chochas.
Estaba tan contenta que saqué una foto de recuerdo… no, no con el grandote… a los trofeos con su firma.
Un besote.
Loly, una tenista desesperada ©
“Gorda te mando a Antonia mi masajista, no me podés hacer esto!! ¿Qué digo en la redacción si no juego el torneo? Le grité de-ses-pe-ra-da.
“Buscate otra compañera”
“¡¡¡Pero si vos sabes que soy singlista y que solo juego dobles con vos!!!”
“Bueno Dolores, yo te dije que no era momento para empezar spinning, pero vos te volviste loca con los músculos del profesor del gym y todo lo que te floripeó tu nueva silueta –y sabés a qué me refiero-. Y a mi ni me escuchaste cuando te decía que empezáramos el jueves, no la mañana anterior al torneo”
“Ay, Marce pero por qué no me convenciste…¿?”
“¿Y qué querés que te diga Loly?… Cuando a vos se te pone algo en la cabeza no te lo saca nadie… Lo, decime la verdad: ¿A vos no te duele todo?
“Nooooo estoy re-bien (le mentí, ya había pasado por los masajes de Antonia, por una hora de jacuzzi y tenía las piernas untadas con salicrem), pero bueno, no te preocupes ya me voy a arreglar. Cuidate”, y corté.
Qué quieren que les diga… En mis últimos partidos, cada vez que felicitaba a la rival de turno (que me ganaba) por su juego y estado físico me contestaba: “Y… hago spinning”. Una de las chicas me dijo el lunes pasado: “Loly, yo no tengo mucho tenis, pero gano con mi estado físico”.
Eso es lo que me decidió. Si ellas pueden, ¿Por qué no yo? ¿Entienden? Y me re-entusiasmé y la re-entusiasmé a Marcela, (aunque ahora dice otra cosa). Esa es la historia.
¿Cómo me iba a imaginar que íbamos a quedar duras? La próxima, vez le tengo que avisar a Paul (el profe del gym) que al día siguiente juego al tenis.
No pude jugar, es cierto. Pero no me perdí el torneo. Lo pasé como una diosa en EL CLÚ. Llegué tipo 12, ¡Justo cuando Del Potro salía de sus masajes y se iba a entrenar! Como ya no tenía que dar presente, lo seguí hasta la cancha para verlo cerquita y no perderme nada.
¿Se dan cuenta qué nivel el torneo? Clínica del Nº 1 de la Argentina para las chicas! No lo podía creer. Mientras Delpo caminaba, yo lo seguía lentamente porque me dolía hasta el huesito dulce. Se dio vuelta un par de veces, le sonreí y le dije “Soy Loly” Ni me contestó. ¿Habrá pensado que soy una amiga de su madre?
Disfruté solita de esta clase de tenis un buen rato hasta que empezaron a llegar co-mo-lo-cas las tenistas. Claro, a medida que iban terminando su partidito, se acercaban. Todas se querían sacar una foto y que se viera a Juan Martín (sorry pero a mi llamarlo Delpo no me gusta. Además, les cuento que escuché que lo llaman Martín a secas). ¡Parecían adolescentes! Nunca vi tantas mujeres posar en posiciones tan incómodas para que se vea a lo lejos la figura de otro -Del Potro. Eso es lo bueno que tienen las cámaras digitales: acercas la foto y se soluciona todo. Yo creo que se va a ver el ojo o el flequillo de las chicas y el cuerpo entero de Juan Martín.
¿Y Pato, la directora de FTENIS? Ella, que se cuida tanto, combina color de pestañas (violetas) con uñas (violetas) y labios (violeta o rosa), no sale sin perfume, tan fifí la doctora… en el momento en que Juan Martín salio de la cancha, fue la primera en acosarlo. ¡Salió en todas las fotos! Si, y si no me creen, las que la vieron lo pueden decir. Me refiero a todas las que gritaban poseídas “¡¡¡Delpo, somos las raqueteras!!!” y se hacían firmar las viseras, raqueteros, pelotitas, ¡El brazo!.. Menos mal que la llamaron… así algunas chicas por lo menos zafaron de llevarse el recuerdo de Pato en su foto con Juan Martín.
Ahí estaba yo, observando como una lady, lo que sucedía cuando escuché a Mari, la asistente de Pato (otra poseída por la situación), preguntarle a Juan Martín: “¿La conoces a Dolores Pánico?”.
Entré en pánico. “¿Quién?”, respondió el grandote (aclaro que con una sonrisa). ¿Cómo decirle “soy yo, Loly…una tenista desperada; soy tu fan Nº 1”? (después de Fernando Verdasco. Algún día les voy a contar por qué). No tuve tiempo. Sin más, se fue como pudo, ayudado por Franco (si, Franco Davin, yo lo llamo Franco) y su grupete.
Se fue Juan Martin y, obvio, desaparecieron todas.
Pero yo, Loly, no. Lo seguí nuevamente… y lentamente… ¡Cómo duelen los músculos después del spinning!
“¿Cómo? ¿No se bajaron del torneo porque se sentían mal?” me preguntó el dulce de Mariano. “Es verdad Maruti, no puedo ni caminar, fijate”, le contesté.
“Loly, ya la conoces a mi vieja. Si no viniste a jugar, vas a tener que darle una buena excusa para justificar que estás acá”, me dijo en voz baja.
“Bueno, Maruti, si Pato me ve le digo que le vine a pedir a Juan Martín que firme los trofeos del torneo, y listo” le contesté canchereando.
“Dale, diosa. Me encanta. Esperame acá que te los alcanzo”
Volvió corriendo como se fue y me dio los 12 trofeos y un marcador negro.
“Buscalo en la confitería que está con Alejandro”. Me dio un besito y se fue.
Chicas, si hasta ese momento estaba entumecida por el spinning, después de esa sutil indicación, hasta las siliconas nuevas se paralizaron.
Respiré hondo. Encontré al grandote. “Yo soy Dolores Pánico. Tenista desesperada. Tu fan (no le aclaré que está segundo en la lista después de Verdasco). Escribo para FTENIS. Y puedo ser tu madre. ¿Me firmarías estos 12 trofeos por-favor?” “Si, dale… ¿Trajiste marcador? ¿De verdad jugas al tenis?”
Me quedé sin palabras. Lo que es peor, ¡Ni me acordé de pedirle que firme para mi aunque sea una servilleta!
Pero cumplí con el pedido de Mariano, y las chicas que ganaron se fueron chochas.
Estaba tan contenta que saqué una foto de recuerdo… no, no con el grandote… a los trofeos con su firma.
Un besote.
Loly, una tenista desesperada ©
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